La Rosa de los Vientos
No recuerdo la última vez que te vi, pero si recuerdo el día en que me entregaste el mando del Centro de Alumnas, era una actividad oficial: ambas muy serias, me pusiste la banda, nos dimos la mano y me miraste enojada y con tristeza, en ese momento yo sentía la ira como una fuerza externa, pero había algo en ese enojo, que de alguna manera me revelaba algo de mi, algo que conocí años después.
Un año antes, tal vez dos, no recuerdo bien, te había entregado unos poemas para la Revista Compañera, que se editaba en fotocopias. Ahí me hablaste, me preguntaste qué me pasaba, si tenía problemas, me pareció rara la pregunta, de todas maneras fueron publicados.
En ese tiempo tenías una retórica invencible, de hecho nunca olvidé tu voz, profunda, un tanto grave; una voz que mostraba la fortaleza que se tiene sólo a los 15 años, llenabas las salas de palabras y razones, gesticulando casi como una actriz. Siempre admiré esa capacidad de comunicar y la posibilidad de convencer.
La vida nos mantuvo tanto tiempo en contrapunto, nos negó ser amigas, igual te perdí y me quedé con una página inconclusa, supe que algún día se nos cruzaría la historia.
En esta pintura tu mirada es la de entonces, aunque herida, tiene fortaleza.
Rosa, ambas, de alguna manera, hemos recuperado nuestras vidas, hoy puedo mirar tus ojos a través del espacio y el tiempo, en fin, la vida hoy me regala a esta Rosa de los Vientos.