En 1908 era presidentes de Chile Don Pedro Montt, ese año nació el Presidente Salvador Allende, la escritora francesa Simone de Beauvoir y varios importantes, entre ellos nació mi abuela por adopción, Elsa Castillo, La Mamina.
Elsa nació en Villa Alegre, el 4 de octubre de 1908, entre la abundancia y la pobreza, el campo arrulló sus primeros años, y educó sus gustos culinarios: las cazuelas de gallina, el pan amasado, los perniles, pastel de choclo, cordero al las brasas y el buen vino: el tinto, grueso y aromático y el añejo con su dulzura y notas de suavidad.
Mamina vino del campo chileno, ese campo con tantas desigualdades, ese campo que impedía el amor entre un joven rico y una muchacha pobre, por parte de su padre heredó la genética que venía de tierras españolas, allí en Europa se gestaron esos ojos azules, el don de mando y esa presencia de dama europea, recuerdan eso de…”cuerpo y figura hasta la sepultura”.
Más tarde su madre se vino a la ciudad, aquí en Valparaíso armó su vida, en Valparaíso aprendió de sus derechos y trabajó duro, armó su familia, fue madre y enfermera, aquí fundó su propia descendencia.
Conversé con La Mamina por más de cuarenta años y hoy les contaré algunos de sus secretos:
Una de sus grandes penas fue su padre, ausente de su vida, por ser el hijo del patrón del fundo y su madre hija de inquilino, este señor abandonó a su madre antes de que ella naciera, y no le dio su apellido, con el tiempo lo perdonó, pero en su corazón nunca cerró la herida del abandono.
En las confesiones de sus grandes amores: les cuento hoy, Mamina, tuvo varios amores y pretendientes por docena. La pretendieron millonarios, médicos, ingenieros, chilenos y de otras nacionalidades, le ofrecieron este mundo y el de más allá, pero Elsa amó sólo a tres hombres, a su marido, padre de sus hijos y a su negro, su segundo marido, hombre muy importante en su vida. Un tercer señor, un caballero extranjero, no recuerdo su nombre, pero sí las bellas palabras y promesas de amor que le dejó de regalo, ella no fue capaz de abandonar su vida de madre y abuela, lo dejó partir, pero lo recordaba con cariño, y sus ojos se llenaban de orgullo cuando lo recordaba.
Mamina amaba la moda, las pieles y las joyas, lucir impecable, la buena vida, no olvidemos que pasaba días y noches cuidando a los enfermos más millonarios de Valparaíso y Viña del Mar, tuvo su lugar de privilegio en salones y palacios: Palacio Baburizza y la la Casona de Quinta Vergara entre algunos.
A pesar de vivir parte de sus mejores años en las casas de las familias acomodadas, con el lujo y las atenciones de sus pacientes, ella amaba su casa de Javiera Carrera, su jardín de rosas, calas, hortensias y jazmines, el aroma de su patio y su gruta de la Virgen de Lourdes.
Mamina amaba vivir, amaba comer y tomar buenos vinos, gustaba de los paseos al campo y pasar a tomar buena chicha, traerse una gallinita que alguna amiga le criaba y luego vamos con una gran cazuela de gallina con chuchoca, según su receta personal.
Entre tanta vida, 97 años en este mundo, también pensaba mucho en el espíritu, era una gran creyente: Su Señor de Mayo, el mismo de la capilla de la Quintrala, ese Cristo escuchó siempre sus peticiones, muchas veces fuimos a visitarlo juntas. Un año antes de partir a los brazos de Dios fuimos, ella lloró frente a su Cristo, pidió perdón, pidió por su gente y sus amigos: llorábamos todos de emoción, incluyendo al cura y el secretario de la Iglesia.
Mamina pedía mucho por los demás, siempre rezó el Rosario, siempre pidió por el enfermo, por los pobres, por los ancianos, además de sus manos brotó la abundancia para los amigos en problemas, entre esos amigos estuvimos mi madre, mi hija y yo, y muchos otros, sin ser una mujer adinerada le alcanzaba para dar, decía Dios Provee de Todo y Alcanza para Todos.
Esa era nuestra Mamina, unos dicen que tenía mal carácter, que era mandona, difícil y varias otras opiniones, ella sabía de eso y cuando conversábamos nos reíamos, ya que muchos opinan lo mismo de mi, y claro cómo podría ser fácil una dama como Mamina, ella sabía criticar, sabía del bien y el mal, sabía del amor y el desamor, conocía de la vida y sabía perfectamente quienes la amaban realmente y eso lo agradecía, Mamina agradecía mucho el amor.
Hoy, nos hemos juntado a festejar el cumpleaños número 100 de nuestra Mamina, hoy los invito a levantar las copas, brindemos por ella, recordemos sus mejores momentos, hoy es un día de alegría y demos un gran aplauso, VIVA LA MAMINA POR SIEMPRE.
Octubre 1908-2008.